jueves, 17 de octubre de 2013

ABU BAKR AS-SIDDIQ

ABU BAKR AS-SIDDIQ 


(Que Allah se complazca de él)
“...Cuando ambos estaban en la cueva dijo a su Compañero: no te entristezca; ciertamente Dios está con nosotros." Sura 9, aleya 40. 
Esta aleya, se refiere al momento de haberse refugiado el Profeta Muhammad  y su Compañero Abu Bakr, en la cueva del monte Zaur, en su viaje a Medina, perseguidos por los idólatras.



1. SU VIDA 

Su nombre era Abdullah Abu Bakr Ibn Ozmán Abi Quhafa.
Llamado Al'Atiq y también As-Siddiq: El veraz, pues fue quien se apresuró a creer en el Profeta Muhammad, en todo lo que le había sido revelado, en su profecía, en su viaje nocturno y en el ascenso a los cielos.
Nació en la Ciudad de Makkados años después del nacimiento del Profeta, y murió dos años después de él, a la edad de 63 años.
Fue sepultado junto al Profeta Muhammad en la habitación de su hija Aisha2 (Dios se complazca de ella).

2. “SI ASÍ LO DIJO, HA DICHO LA VERDAD" 

Se dirigió Abu Bakr, al Enviado de Dios estableciéndose entre ambos el siguiente diálogo: 

Abu Bakr -¿Es cierto lo que me han informado Oh, Abul Qasim?3 

Muhammad -¿Qué te han informado? 

Abu Bakr -Que, Dios te ha enviado a nosotros para que le adoremos a El, sin asociarle nada. 

Muhammad -¿Y cuál fue tu respuesta a ellos Oh, Atiq? 
Abu Bakr -Les dije: si así lo dijo Muhammad, ha dicho la verdad. 

Se llenaron los ojos del Profeta de lágrimas, abrazó a su amigo de la infancia por haber creído en su mensaje, luego comenzó a relatarle cómo había llegado la primera revelación en la cueva de Hirá 4 y como descendió la palabra de Dios, El Altísimo;
"Lee en el nombre de Tu Señor que todo lo creó. 

Creó al ser humano, a partir de un coágulo. 

Lee, que Tu Señor es el más Generoso. 

Que ha enseñado el uso del cálamo. 
Ha enseñado al ser humano lo que no sabía". 

(Sura 96: 1/5).
Escuchó Abu Bakr con atención las palabras de Dios, dicha por el Mensajero, levantó su cabeza y le dijo:
-Atestiguo que tú dices la verdad y que eres El leal, atestiguo que no hay otra divinidad salvo Dios y que tú eres el Mensajero de Dios.
Sin duda alguna, Abu Bakr  fue una de las figuras más importantes y relevantes en los primeros tiempos del Islam. Era ciertamente el amigo más cer­cano del Profeta, suficientemente conocido en toda Makka por su probada sabiduría y madurez. Su propia nobleza de carácter le impedía conducirse de modo egoísta e inhumano, tan propio de sus Compañeros mercaderes.
El entusiasmo con que abrazó el Islam lo llevó muy pronto a divulgar entre sus más dilectos amigos y allegados la esencia de esta fe: La creencia en el Dios único y en Su Profeta Muhammad. Muchos de los que le oían hablar con tan firme convicción le pidieron entrevistarse con el Profeta. De este modo, el número de musulmanes iba creciendo, aunque guardando todavía una natural discreción en mostrar abiertamente su nueva fe.
En este grupo de primeros musulmanes, podemos destacar hombres como Ozmán Ibn Affan, Abdel Rahman Ibn Auf, Talha Ibn Ubaidulah, Sa'ad Ibn Abu Uaqas y Az Zubeir Ibn Al Awam, todos ellos personajes jóvenes y de gran relieve en la vida social de Makka.
Durante esta primera época, los versículos coránicos revelados se caracterizaban por poseer un texto breve, con un contenido que afirmaba constantemente el concepto de la Unicidad de Dios, Su Suprema Majestuosidad, Su Infinita Misericordia, la importancia de la moral en el ser humano, y la descripción detallada tanto del Paraíso como del Infierno.

1 Makka: En su vejez, el Profeta Abraham (aleyhi salam) tuvo un hijo, Ismael, de su esposa Hayar. Dios le ordenó confinar a ambos, abandonándolos en proximidades de Makka. Abraham cumplió la orden divina sin dudar. Madre e hijo quedaron solos en el desierto. A sus pies surgió una vertiente de agua llamada luego Zamzam que les permitió sobrevivir.
Este hecho determinó que la tribu de Yurhum acampara en torno de este manantial de agua potable, fundándose la ciudad de la Mecca o Makka.
2 Al morir el Mensajero , fue sepultado en el mismo lugar respetando así su petición, trasladándose su esposa Aisha a otra habitación, siendo posteriormente sepultados próximos a él, Abu Bakr y Omar.
3 Abul Qasim: Se lo llamaba así al Mensajero de Dios, por ser el nombre de su primer hijo varón, quien falleció siendo pequeño. 


3. “CREO EN LO QUE LLEGA DEL CIELO". 

Al pasar frente a la Ka'aba5, Abu Yahl6 vio al Mensajero solo y pensativo, quiso de alguna manera dañarlo. Acercándose a él, le preguntó burlonamente: 
- ¿Acaso no te ha llegado algo nuevo por la noche? 
El Mensajero de Dios  levantó su cabeza y dijo: 
-¡Sí! Fui transportado durante la noche hasta Baitul Maqdis (la Mezquita de Jerusalén). 
Abu Yahl volvió a preguntarle irónicamente: - ¿Y amaneciste luego entre nosotros? 
Al contestar el Profeta afirmativamente, se apresuró Abu Yahl a gritar: 
-¡Oh!, Hijos de Kaab Ibn Lua (gente de Quraish) ,Venid! ,Venid! 

Comenzaron a reunirse ante la Ka'aba, y Abu Yahl les narró lo que había escuchado de boca del Profeta, con la única intención de desmentirlo y sembrar dudas en el corazón de los musulmanes.
De inmediato, algunos incrédulos de Quraish7 se dirigieron hacia la casa de Abu Bakr As-Siddiq felices de transmitirle una noticia que le haría dudar del mensaje de Muhammad y así renegar de su religión.
Dijo uno de ellos a Abu Bakr:
-Ciertamente, tu Compañero, frente a la Ka'aba, cuenta a la gente que su Señor lo transportó durante la noche hasta la Casa Sagrada de Jerusalén. Viajó a ella durante una noche y amaneció luego entre nosotros. 

Les contestó Abu Bakr: -¿Sólo eso? Yo le creo y mucho más aún, creo en lo que le llega del cielo por la mañana y por la tarde -y continuó: -si así lo dijo, ha dicho la verdad. 

Se dirigió velozmente hacia la Ka'aba y abrazando al Profeta le dijo: 

-¡Por Dios que tú dices la verdad! 

5- Ka'aba: Es el primer templo para honrar al Dios único, construido por el Profeta Abraham y su hijo Ismael (aleyhi salam), siendo luego objeto de peregrinación.
6- Tío del Mensajero. Hombre de los más influyentes y poderosos de la tribu de Quraish.
Encarnizado enemigo del Islam. Murió en la batalla de Badr enfrentando a los musulmanes.
7- Quraish: Tribu de Makka, a la cual el Mensajero  y los primeros musulmanes pertenecían. 


4. EL MÁS AMADO POR EL MENSAJERO DE DIOS 

Fue preguntado cierto día el Mensajero: 
-¡Oh, Profeta de Dios! ¿Quién es el más amado para ti?: 

-Respondió: Aisha. 

Le dijeron: ¿Y de entre los hombres? 

Les dijo: Su padre. 

Solía decir el Profeta: 
'No hay entre nosotros una mano benevolente sin que le hayamos retribuido su esfuerzo, excepto la de Abu Bakr, pues a él Dios le retribuirá en el Día del Juicio 
Esto es interpretado por otro dicho del Mensajero de Dios que dice:
“No hay otra mano más grande para mí que la de Abu Bakr, quien me ayudó personalmente con sus bienes y me casó con su hija”. 
Acostumbraba decir Omar Ibn Al Jattab:
-"Abu Bakr es nuestra autoridad, el mejor nosotros y el más amado por el Profeta ".

5. ORDENADLE A ABU BAKR QUE DIRIJA LA ORACIÓN 


Cuando enfermó el Mensajero de Dios desig­nó a Abu Bakr para dirigir la oración comunitaria diciendo: 

-¡Ordenadle a Abu Bakr que dirija la oración! 

Aisha sugirió: -Ciertamente, Abu Bakr es un hom­bre de corazón tierno, si toma tu lugar lo vencerá el llanto, sería mejor ordenarle a Omar que lo hiciera. Pero el Profeta repitió: 

¡Ordenadle a Abu Bakr que dirija la oración! 

Recurrió entonces Aisha a Hafsa8  y le encomendó: -Dile al Profeta que Abu Bakr es un hombre apocado y emotivo, cuando tome su lugar, no se escuchará su oración: sería conveniente ordenarle a Omar. 
Repitió Hafsa tal lo pedido por Aisha frente al Profeta quien, disgustado por la intromisión e insistencia, exclamó:
-Ciertamente vosotras sois como las Compañeras de José (aleyhi salam). (Alusión a las mujeres que se complotaron para tentar al Profeta José). 
Y repitió por tercera vez: 
-¡Ordenadle a Abu Bakr dirigir la oración! 


8- Esposa del Mensajero e hija de Omar Ibn Al Jattab. 

6. "QUIEN ADORABA A MUHAMMAD, CIERTAMENTE MUHAMMAD HA MUERTO" 

Llegó Abu Bakr a la mezquita del Profeta y supo de la triste noticia... acababa de morir quien era la luz que colmaba la vida de los musulmanes; hasta Omar Ibn Al Jattab el fuerte, el duro, erguido entre la gente con su sable en mano proclamaba:
-Hombres: Entre los hipócritas hay quienes pre­tenden afirmar que el Mensajero de Dios ha muerto, ¡por Dios, que no es así! Se ha dirigido a su Señor como lo hizo Musa Ibn Imrán (el Profeta Moisés, quien se ausentó de su pueblo cuarenta días y luego regresó tras hablar con su Señor). Por Dios que regresará, y cortará las manos de quienes dicen que ha muerto.

Abu Bakr, sufrió el dolor y la tristeza por el fallecimiento, pues se trataba de su amigo de la infancia, su compañero desde los primeros días de la revelación. Ingresó a la mezquita y escuchó a Omar dirigirse a la gente. Con pasos decididos entró a la casa del Profeta y lo vio cubierto con un manto, descubrió su rostro, lo besó y le dijo:
¡Oh Tú! Por quien habría ofrecido como pago para rescatarte, a mi padre y a mí madre, aliste bueno en la Vida y también en la muerte. Por cierto que la muerte que Dios había escrito para ti, se ha cumplido. 
Luego cubrió con el manto el rostro del Mensajero y salió hacia la mezquita.
Omar, continuaba hablando a la gente. Pidió Abu Bakr que guardara silencio pero aquél se negó e intentó continuar. Se adelantó Abu Bakr, glo­rificó a Dios, lo enalteció y luego exclamó: 

-Si habéis estado adorando a Muhammad, sabed entonces que Muhammad ha muerto. Pero si, por el contrario, habéis estado adorando a Dios, tened la cer­teza de que Dios es El Viviente y no morirá jamás.
Recitando a continuación el siguiente versículo: 
“Y no es Muhammad sino un Mensajero antes del cual han pasado otros Mensajeros. ¿Si muriera o le mataran, ibais a volver atrás? Quien se vuelva atrás no causará ningún daño a Dios y Él retribui­rá a los agradecidos” Sura 3, aleya 114. 
El escuchar estas aleyas, comenzaron los musulma­nes a retirarse del lugar, convencidos de que las pala­bras de Abu Bakr encerraban la inequívoca realidad.

7. EL DÍA DE SAQIFA

Tras la muerte del Mensajero de Dios, tuvo Abu Bakr que atravesar situaciones que jamás hubiere imaginado; se congregaron un grupo de Sahabas de Medina (Ansar) en un lugar llamado Saqifa Bani Sa'ada, proponiendo como candidato para asumir el Califato a un miembro de su tribu: Sa'ad Ibn Ubada, jefe de Jazray (tribu de Medina).
Al enterarse Abu Bakr se dirigió hacia Saqifa junto con Omar Ibn Al Jattab y Abu Ubeida Ibn Al Yarrah. No era intención dirigirse para ser procla­mado Califa, sino para detener la sedición y unificar a los musulmanes.
Demostró frente a la asamblea basándose en una aleya del Sagrado Corán, que el Califato correspondía a la gente de Quraish y a los Emigrados9. (No porque ellos eran de Quraish y Emigrados, sino porque la emigración tenía un lugar primordial en el Islam.)
Dios dice en el Corán: 
"Dios quedó satisfecho de los primeros (musul­manes) Emigrados y luego de los Socorredores (Ansar)10” Sura 9, Aleya 100. 
Luego, Abu Bakr elogió a los Ansar, explicando su importancia en la expansión del Islam y agrego:
-¡Oh Ansar! Vosotros no podéis recordar virtud alguna sin que seáis quien la posea. 
Inmediatamente propuso como Califa a Omar Ibn Al Jattab o a Abu Obeida Ibn Al Yarrah diciendo:
-Por cierto que me complazco con cualquiera de esos dos hombres. 
Pero Omar exclamó:
-¡Por Dios! ¡Hubiera preferido que mi cuello fuese cortado siendo inocente, a ser elegido Califa de un pueblo en el que se encuentra Abu Bakr! 
De inmediato se apresuró a jurar fidelidad a Abu Bakr y así lo hicieron el resto de los musulmanes.

9 Son aquellos musulmanes quienes, debido a las persecucio­nes, tuvieron que emigrar para consolidar esta nueva religión, primero a Abisinia y luego a Medina, abandonando sus pertenencias. 
10 Eran musulmanes habitantes de Medina, quienes recibie­ron a los Emigrados, compartiendo sus bienes y propiedades.

8. EL JURAMENTO DE FIDELIDAD GENERAL Y LA DECLARACIÓN DE LOS PRINCIPIOS BÁSICOS PARA LA NACIÓN ISLÁMICA

Después del acontecimiento de Saqifa, se dirigió Abu Bakr al mimbar del Mensajero de Dios, subió solamente dos escalones y se sentó. No toleraría él mismo subir aún más y sentarse en el lugar donde lo hacía el Profeta.
Dirigiéndose a la multitud, proclamó su pacto de compromiso, considerado el sistema básico para el esta­blecimiento de la Nación islámica, y pronunció su primer sermón jutba) repleto de sabiduría, justicia y grandeza:
-¡Oh, gentes! Se me ha concedido la autoridad, pero no soy yo el mejor de vosotros. Si obro bien ayudadme y si obro mal corregidme.
Sabed que el débil entre vosotros es considerado por mí poderoso, y sabed, también, que el poderoso entre vosotros será considerado por mí débil, hasta garantizarle a ambos sus derechos.
Obedecedme en todo aquello que obedezca a Allah y a su Mensajero, pero si les desobedezco, no me debéis obediencia alguna.

Aceptó Abu Bakr el Califato sin desearlo ni codiciarlo y fue veraz cuando exclamo:

-¡Por Dios! No ambicioné el poder ni un solo día, ni noche, como tampoco le pedí a Dios ni en público ni en secreto por ello.

9. CON LOS RENEGADOS 

Imaginaron muchos, cuyos corazones estaban en­fermos de hipocresía, que al morir el Profeta moriría con él el Islam. Renegaron de la fe e incitaron a la sedición interna en los albores del gobierno de Abu Bakr.
Estos renegados se dividían en dos grupos: unos, que rechazaban al Islam en su totalidad y otros, que renegaban del tercer pilar del Islam: el "Zakat11".
Consultó Abu Bakr a los Sahabas sobre este asunto.
Era la opinión de Omar Ibn Al Jatta y de algunos otros, en aplicar la tolerancia y la conciliación con el segundo grupo, a fin de acabar con la sedición. Pero Abu Bakr insistió en combatir a la totalidad de los apostatas expresando estas célebres palabras:
-¡Por Dios! Si entregasen (por ejemplo), un trozo de una cuerda, por ínfimo que sea, al Profeta y a mí me la negasen, los combatiría por ello.
Hacía referencia a los que entregaban su “Zakat” en épocas del Profeta, y ahora durante su Califato se negaban a hacerlo.
Finalmente los combatió Abu Bakr, vencién­dolos.
Al frente de este ejército victorioso se encontraba Jaled Ibn Al Ualid, uno de los más valerosos estrategas entre los musulmanes.

11 “Zakat”: Tercer pilar del Islam, que constituye una contribución o aporte social de 2,5 % del capital del creyentes para ser distribuido entre los más necesitados. 

10. EL ENVÍO DEL EJÉRCITO DE USAMA

El Profeta , había preparado en sus últimos días un ejército bajo las órdenes de Usama Ibn Zaid  para enviarlo a Siria.
El día que falleció el Enviado, se encontraba este ejército acampando a tres millas de Medina, listos para partir, suscitándose entre ellos el siguiente dilema:
Opinaba un grupo encabezado por Omar Ibn Al Jattab que enviar al ejército de Usama constituía un gran peligro, porque también se encontraba la ciudad de Medina amenazada de guerra por los renegados. Usama compartía dicha opinión.
Pero Abu Bakr apoyó esta decisión con su enorme fe y no dio lugar a discusión alguna sobre un asunto ya resuelto previamente por el Enviado de Dios y dijo:
Que el ejército sea enviado, tal lo ordenado por el Profeta. Aunque corriera el riesgo de ser devo­rado por los lobos, jamás discutiría una decisión tomada por él.
Luego de esta resolución, Omar y un grupo de musulmanes solicitaron a Abu Bakr que escogiese otro jefe para este ejército, ya que Usama era demasiado joven y de limitada experiencia, estando estas tropas formadas por grandes Sahabas y expertos en combate.
Al escuchar esto, Abu Bakr  se incorporó inme­diatamente de su lugar y dirigiéndose a Omar le dijo:
-¡Ay de ti, Ibn Al Jattab! ¡El Profeta de Dios lo eligió, y tú me pides que lo destituya!
Después de esto, se dirigió el Califa junto a Omar al lugar donde se encontraba el ejército, y le ordenó partir bajo la protección de Dios.
Abu Bakr partió junto a ellos para despedirles.
Caminaba junto a Usama, quien iba montado sobre su caballo. Al percatarse éste, sintió vergüenza e intentó descender del animal para que el Califa lo montase, pero éste le dijo:
-¡Por Dios! ¡Tú no desmontarás ni yo lo montaré! Qué hay de malo en que ensucie mis pies con el polvo transitado por la causa de Dios.
Luego aconsejó a Usama y a su ejército (conside­rándose estas palabras el ejemplo más alto de educación islámica y de conducción militar) diciéndoles:
-No traicionéis ni engañéis, no cometáis actos reprobables ni mutiléis, no matéis niños, ancianos ni mujeres; no destruyáis ni dañéis las palmeras y tampoco las queméis. No cortéis árboles frutales, no degolléis corderos; vacas ni camellos. Pasareis por pueblos que acostumbran recluirse en sus con­ventos, invitadlos al Islam, pero no los obliguéis a retirarse de allí
¡Partid! En el nombre de Dios.
La misericordia y complacencia de Allah sea con Abu Bakr.

Fuente: Los Califas Ejemplares -Al Julafa Ar Rashi­dun.

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